Capítulo 3
Ya no quería callar más. Me había esforzado a no hacer caso a lo que veía. Ya dicen que el amor es ciego, y en mi caso, nunca mejor dicho. No pensaba dejar que él ganara este juego. No me iba a hacer sentir culpable. La decisión estaba tomada. Después de intentar lo imposible por agradar a Collin, al menos como amigos, veo que él no me quiere ver. Sin embargo sigue llamando mi atención, y por más que intente odiarlo con todo mi ser, algo dentro de mi se niega a aceptarlo.
Recuerdo todos esos momentos en los que se ha colado en mis sueños. Esa sonrisa tonta que pongo al mirarlo. Ese brillo que se enciende en mis ojos cuando me mira. Y luego recuerdo como es él en verdad y todas las sonrisas de mi rostro se evaporan. Pero siempre vienen y van. Me cuesta admitirlo, pero me he enamorado.
Siempre he pensado en que bonito es enamorarse, pero cuando me pasa me arrepiento ya que el amor es algo tan simple que hace que sea la cosa más complicada existente.
Últimamente sonrío y me río mucho, pero eso es solo una cara de mi vida. La otra cara es la que hago cuando nadie me ve. Me gustaría que hubiera la elección de borrar esos recuerdos que nos provocan insomnio por las noches, esos que cuando los recuerdas no puedes evitar que una lágrima asome y caiga lentamente por tu mejilla; humedeciendola poco a poco.
Entonces pienso que todo cambiará, que todo irá a mejor. Que esa sensación con la que me levanto al pensar que cada día tengo que ver a Collin, respirar su mismo aire y ver como sus ojos negros me atraviesan con tal profundidad hasta que todos y cada uno de mis pelos se erizan, me recorren los brazos lentamente y despues lo siento en la punta de los pies.
Poco a poco el libro de nuestras vidas se va escribiendo y muchas veces me rio y pienso en le momento en el que por fin sea capaz de demostrarme a mi misma que no vale la pena enamorarse de alguien que no valora el esfuerzo.
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